jueves, 22 de enero de 2009

Conociendo la vida


Estoy seguro de que nunca pensé lo que me iba a suceder. El 1 de abril de 1989, me sacaron de mi tranquila guarida. Imagino que entre la confusion y el caos del momento, me quede paralizado. Tan sólo esperando que alguien me explicara qué sucedía; sin embargo, esto no ocurrió. Rápidamente me llevaron a una especie de burbuja, y aún en mi estado de confusión, nadie tuvo la decencia de explicarme.
Luego de haberme acostumbardo a mi nueva guarida, otra vez, decidieron sacarme de la misma.
El miedo me tuvo que haber consumido en ese momento, y estoy bastante seguro de que pensé en lo peor. Sin embargo, me llevaron a donde una dulce gigante que al verme lo primero que dijo fue "mi querido Andrés".
Aunque este período de mi vida me resultó confuso, pude sobreponerme. Lentamente le agarré un cariño abrumador a los gigantes, a los que luego habría de decir padres.
Al año de mi partida comenzaba a entender la situación en la que me encontraba, y aproximadamente en esta fecha un extraño se unió a mi familia. No me agradaba mucho el nuevo integrante, me sentía amenazado por su presencia. A pesar de esto, decidí apoyar a mis padres, que parecía, le guardaban un inmenso cariño.
Al acostumbrarme a su presencia, al igual que mis padres, comenzó a parecerme una buena persona y repentinamente empecé a quererlo. A ese miembro de la familia le decidí llamar hermano.
Desde mi perspectiva actual, el tiempo pasó con gran velocidad. Mi infancia llena de rebeldía y gozo, fue un paseo hacia el presente. Y al igual que todas las personas de mi edad, mis padres, en contra de mi buen criterio, me introdujeron en una institución para aprender.
Al principio ésta fue un poco vaga y aburrida, luego me acostumbré a su monótona diversión. Pero sin darme cuenta me fue dando una formación educativa. No sería hasta los 9 años después del desalojo de mi guarida, cuando una nueva y última integrante se uniría. Como ya había entendido por la experiencia, la empecé a querer y muy pronto se volvio mi hermana.
El recorrido de la pubertad fue una experiencia única, como todas en la vida.
Dandole prioridades a los elementos de mi vida, me convertí en una persona íntegra. Y alrededor de esta época entendí con claridad la vida y un poco de la realidad.

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